Una broma es una broma

Por Íñigo Maraví.




Cuando veo tu cara 
imagino una novela mala
escrita por un mono fumeta
en la que el protagonista
es un graciosillo medio ingenioso
que hace un podcast sobre su vida
contando lo mejor de su paso
por Gran Hermano 12.

Cuando veo tu cara
pienso en dos colegas en un bar
sentados el uno frente al otro
sin hablar,
con sus birras ahí
quietas,
manteniendo conversaciones
con otra peña
que no está ahí.

Tu cara me recuerda
a la superproducción del año,
ganadora de cinco Oscar,
protagonizada
por el sex symbol del momento
y producida
por tres depredadores sexuales
que anotan en una lista
sus conquistas.

Tu cara,
en realidad,
es como la de un tío
viendo las noticias de Telecinco
un martes al mediodía
mientras come noodles Yatekomo
y piensa
que es una mierda
que en invierno haga
tanto frío.

Tu maldita cara me recuerda
a las pelis que ponen
en Antena 3
los domingos por la tarde,
esas que tanto enganchan
y que
su título original es
“The big mountain”
pero que traducen como
“El hermano maldito”.


Tu cara es así tío,
no te queda otra.
Y te he oído muchas veces decir:
Somos lo que comemos,
o Tú eliges lo feliz que quieres ser.
Y aunque eso me parece
una gilipollez de kilo,
en tu caso
tu cara lo clava.


Peeeeeero… tranqui, colegui.
Alguna vez he escuchado
que eres un tío guapete,
muuuy guapo incluso.
Entonces,
me agarro el pelo con fuerza,
casi haciéndome daño,
mientras pienso
que tiene que ser una puta broma.