Personaje de interés


Por Daniel Aragonés.


El olor a fresa ácida descompuesta te alerta. Se te queda el pie pegado al suelo del tren. Llevas contigo ese molesto sonido a todos lados. Para remate, una treintena de piedrecitas lo convierten en algo amorfo. Nadie sabe que lo llevas, pero te da lo mismo. Es asqueroso. Una guarrería que no debería haber pasado. El jodido chicle. El maldito chicle. El puto chicle.

Muchos de nosotros somos ese chicle para la sociedad. Incluso una mierda de perro. O un trozo de cinta americana. O un envoltorio. Me vale el término pedo mochilero. Molestamos, y da igual lo que hagamos porque existimos. Y al final nuestra presencia se carga el buenrrollismo y bla, bla, bla. Sinceramente, me suda los cojones. Adoro ser el chicle, la mierda o la china del zapato. Me encanta no cuadrar, ser un bicho raro. Cuando me odias estás alimentando mi alma y recargando mi sonrisa. Y de eso se trata al final. Porque la gente es gilipollas. Los mediocres piensan que están rodeados por mediocres, y todo esto sin saber lo que son en realidad.

Bueno, ahora a rebobinar. Todo esto es una basura inservible. Yo iba a escribir un artículo de opinión y mirad, eh, mirad lo que estoy haciendo. Esto es una mierda producto del madrugón. Producto de vivir con el culo apretado. Producto de la aniquilación del pensamiento crítico.

Vaya porquería.

Yo adoro escribir este tipo de cosas:

Tengo una botella de Jack Daniels encima de la mesa. Me acabo de masturbar y dejar el suelo lleno de leche. Joder, como me gusta cuando mi leche se descompone y deja de tener esa consistencia. Abro la botella y me echo un culito de vaso. Enciendo un cigarro. La habitación apestando a humo, sobaco y humedad. La vida en la basura. Las horas flotando en la taza del váter. Nada vale nada.

Sigo pensando en ese chicle y en mi otro yo dentro de esa habitación sin puertas y ventanas. Las cosas hace tiempo que dejaron de ser lo que eran. Pero os digo una cosa: estoy mejor porque ahora le importo a alguien. Estoy mejor porque ahora tengo más claro todo. No existe el camino de baldosas amarillas. No nos engañemos, Dorothy era una folladora nata. Se tiró a todos en el reino de Oz y luego lo prendió fuego. A la mierda los cuentos.